P. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: <<Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos>>. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo (Marcos 6, 7-13).
Luego del encuentro con su familia, Jesús, continúa con su peregrinación para llegar a todos los hombres y mujeres de su país anunciando y realizando los signos que validan su misión y que hacen renovar la esperanza de su pueblo. El Padre Fredy Peña Tobar, nos ayuda a reflexionar en este domingo con su mensaje:
“El envío de los Doce es una señal más de cómo el Señor pensaba la misión. Recordemos que los Apóstoles no eran ni profetas ni sacerdotes de profesión; es más, el Señor los saca de su vida cotidiana y les presenta un proyecto inédito como a ejemplo del profeta Amós. El envío que Jesús hace es un mandato y un don donde la eficacia de la Palabra radica no en los medios humanos, sino en la fuerza y el contenido del mensaje.
No obstante, el anuncio del Reino requiere ciertas exigencias y estar preparados para los momentos difíciles, aunque no veamos los frutos inmediatamente: liberarse de todo lo superfluo, pues la sencillez caracteriza al hombre de fe; contentarse con lo poco o mucho que nos entrega la propia misión y no ser tentados por cuestiones como el prestigio, el poder y la comodidad. Además, el ir de dos en dos obedece a que en la antigüedad los acontecimientos importantes eran confirmados al menos por dos testigos, es decir, el testimonio de dos tiene mayor credibilidad que el de uno solo. La actitud de desprendimiento que exige la misión es importante, porque si no se vive, difícilmente una persona alcanzará el desapego a sus propios intereses y será fiel mensajero del amor de Dios. Asimismo, la orden de Jesús de sacudirse el polvo de las sandalias alude a una costumbre de los israelitas para resarcirse de la impureza adquirida al estar en tierras paganas.
Por tanto, ser pagano no implicaba únicamente la condición de extranjero, sino a recibir o no el mensaje de Cristo. Con esto, el Señor quiere enseñarnos que para la misión solo necesitamos la fuerza del Espíritu. El talento, la inteligencia y la influencia que da lo material no son esenciales, puesto que la pobreza exterior del misionero es un signo de convicción, de confianza en Dios y no en sus propias fuerzas o medios para llevar a cabo la misión”. (“La Liturgia cotidiana”, pág. 28, 2021).
Conociendo el sentido que tiene la misión para Jesús y que les ha comunicado a los discípulos, es bueno preguntarnos en el hoy de ella. ¿Cómo hacemos llegar el evangelio a los hombres y mujeres? Sabedores de que los hombres y mujeres del siglo veintiuno no están tan abiertos a la Palabra del Señor como sí lo era hasta el siglo veinte. Recordando un documento del Papa Paulo VI: Evangelii nuntiandi; es muy importante reflexionar en los contenidos, los evangelizadores, los medios, etc., para que la responsabilidad que tenemos en el anuncio sea vivida en una realidad nueva, donde es casi iniciar la predicación donde no la había. Pero tomando en cuenta que es una palabra que se propone con cariño y que no se impone porque las grandes dificultades de hoy tienen que ver con la autoridad que tienen las instituciones, en muchos casos se dice que continúan hablando y su testimonio no expresa lo que sus labios dicen.
Décimo quinto domingo del año, 14 de julio 2024.