P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles y Capellán Santo Tomás Talca
Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: <<Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡Y eres tú el que viene a mi encuentro!>>. Pero Jesús le respondió: <<Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo>>. Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse a Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: <<Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección>>.
Dentro de las fiestas de Navidad, recordamos esta del Bautismo del Señor. Es un acontecimiento que ocurre cuando ya es mayor. Pero considerando que su vida estará marcada por una misión que se comienza a escribir durante toda su existencia es que hoy la Iglesia la presenta en la liturgia. Seguramente porque hoy la costumbre es bautizar a los niños a una edad temprana o cerca de su nacimiento.
El bautismo de Jesús marca en él una nueva dimensión de su ser. Toma conciencia de la misión que se le ha encomendado y la fuerza del Espíritu Santo le lleva a conocer todo con novedad transformadora porque seguramente la belleza de un trabajo, o la acogida de un pobre, la situación de un pueblo oprimido que antes era algo rutinario y hasta querido, le lleva a comprender que no son situaciones provocadas por Dios y menos queridas por quienes la padecen. El bautismo en cualquier hombre o mujer le permitirá penetrar la realidad con esos ojos que logran ver lo esencial. Y aquello que parecía tan bonito se derrumba porque había explotación detrás, porque no había notado la exclusión o la discriminación.
La vida nueva del bautizado se expresa en la manera de entrar en la vida con un sentido nuevo. Aquel que brota del Espíritu, que permite conocer la voluntad de Dios para la vida personal y para la comunidad.
Seguramente el llamado a todos los que vivimos en Jesús es abrirnos a la voz del Espíritu que habla de tantas maneras, para que podamos dar una respuesta clara en estos tiempos que vivimos de crisis en tantos lugares y principalmente de instituciones.
La actuación en la vida de los discípulos de Jesús no puede ser a partir de “tincadas” ni de sentimientos únicamente, sino que deben llevar el color, la fuerza, la palabra y el compromiso que brota de la fe.
Vivir en el Espíritu tiene como permanente pregunta aquella que el Padre Hurtado siempre se hacía: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Porque eso lleva a discernir de manera profunda los pasos que se deben dar para enfrentar todos los desafíos que tenemos por delante. En esa misma línea el Documento de Puebla usa un método que mira la realidad con los criterios de VER-JUZGAR-ACTUAR, y que de manera permanente nos ayuda a analizar la realidad que requiere medidas concretas para superar las dificultades que siempre se nos presentan a la hora de organizar la vida personal, comunitaria o nacional. Teniendo apertura al Espíritu estoy seguro de que podemos crecer y volver a ser un lugar seguro, de orientación para la vida de todos, de refugio, de consuelo, de educación para la libertad, de justicia que renueva las relaciones humanas y con la naturaleza.
El bautismo no puede ser solo un rito como muchos “lo usan”, sino que es la respuesta creyente a la propuesta que brota del encuentro con Jesús.
Domingo 12 de enero, El Bautismo del Señor. Mateo 3, 13-17.