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02 Jun2023

Familia que sabe amar a cada uno como es

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Vicario Episcopal Talca Ciudad y Pastoral Social
Capellán Universidad Santo Tomás Talca

Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios (Juan 3, 16-18).

Hemos pasado los días de la Pascua y comenzamos ahora un tiempo conocido como el tiempo ordinario o año del Señor, que recuerda como un solo día durante más de treinta semanas ese acontecimiento que marca la historia humana que es la resurrección de Jesús y que al celebrarlo en la Eucaristía nos sigue diciendo que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

El domingo de la Santísima Trinidad es la mirada a Dios que ama. Es el catecismo que se ha enseñado desde siempre: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios. La familia divina que nos enseña a amar de verdad.

Estamos medio acostumbrados a que nuestras relaciones sean más “comerciales” que verdaderamente amistosas, nos relacionamos con personas que pueden sernos útiles en algún momento de la vida y no lo hacemos transformándonos en hermanos queridos, importantes y necesarios para compartir las alegrías y las penas. Para acompañar el crecimiento de cada uno sin tener envidias ni “chaqueteos”. Cuantas veces hemos visto esa realidad en la cual nuestra envidia por lo que hace el otro termina transformándose en una invención de defectos o de odios que nos separan para siempre.

La vida de la comunidad tiene que estar marcada por el reconocimiento de todo aquello que los demás son para nosotros: hombres y mujeres que sirven, que tienen la capacidad de enseñar, de aconsejar, de ser solidarios y en esa relación cada uno mantiene su personalidad y su rostro, pero todos pueden ver en ellos que como una sola persona nos muestran “el rostro” de Dios que ama, de Jesús que nos acerca ese amor y del Espíritu que nos permite comprender todas las cosas.

El evangelio de la Santísima Trinidad es un llamado a que todos los hombres y mujeres de fe hagan visible ese amor en la tierra. Que se trabaje para que se vuelva estructura el amor vivido por la Santísima Trinidad.

Estamos en tiempo de graves dificultades post pandemia; se viene el invierno y muchas familias tienen dificultades de trabajo y alimentos; es por lo que muchos hombres y mujeres se comprometen en campañas para llevar alimento o remedios, o simplemente para acompañar a quienes más sufren en esta situación, algunos porque han perdido sus fuentes de trabajo. Hay otros que con grandes esfuerzos han creado emprendimientos que les permite obtener el sustento propio o familiar.

Nuestra nación está buscando con urgencia escribir su nueva constitución. Todos esperamos que sea un verdadero ejercicio de civilidad en el cual resalte el diálogo y pueda haber el acuerdo que interprete a cada hombre y mujer. La experiencia trinitaria no es la de uno que monopoliza todo el pensamiento y la acción, sino que más bien propicia el que cada uno realice lo propio de su carisma y lo haga de manera perfecta. Todo esto animado en que cada uno desea lo mismo, pero desde una expresión peculiar de cada miembro de la comunidad.

La Santísima Trinidad son tres personas distintas, pero uno en el amor. Un objetivo que todos quieren vivir, pero desde lo distintivo de cada cual, y nadie se siente atropellado por el otro, sino que más bien son complementados con el ser del otro.

La Santísima Trinidad, domingo 4 de junio.

Diseño, Edición y Producción: Departamento de Comunicación Social.
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