P. Luis Alarcón Escárate
Vicario Episcopal de Talca Ciudad y de Pastoral Social
Capellán Universidad Santo Tomás Talca
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: <<La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha>>. Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: <<No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente>> (Mateo, 9, 35-10, 8).
Cuando Jesús ha iniciado su tarea pastoral, lo primero que hace es constituir un grupo de discípulos que puedan acompañarlo en una tarea tan grande y exigente. Es un trabajo largo el conocer, mirar el perfil de los candidatos para que puedan comprender lo que significa una ocupación tan delicada en la que se debe dar confianza a una comunidad que ha sido muchísimas veces defraudada por diversidad de predicadores que tienen la respuesta para todo y resultan ser solo unos simples charlatanes. El evangelio es una síntesis de toda la vida de Jesús, pero se debe entender en ritmos y en relaciones humanas normales, por mucho que el Señor conoce el corazón de las personas, ese conocimiento lo va adquiriendo día a día en su relación cercana y transparente a la hora de plantear el motivo de su llamada. Es ahí que luego de reunirlos, formarlos (y de manera permanente) que les entrega el servicio de ir al Pueblo de Israel para hacer presente el Reino de los Cielos.
Preocupación especial tiene en su misión las ovejas perdidas del pueblo de Israel, cuando miramos los estudios de nuestro país, vemos con preocupación que los jóvenes entre quince años y treinta y cinco años no están en ninguna denominación religiosa y más bien se manifiestan “no creyentes”, son más del cincuenta por ciento. Entonces, nos preguntamos, ¿quién será el que emprenda la tarea de la evangelización? ¿los adultos mayores?, ¿únicamente los consagrados? Porque de no mediar un milagro, las “fuerzas vivas” de conservación de la fe está en los adultos mayores. Que no han podido entregar a sus hijos este regalo tan grande y aparece hoy esa brecha gigante.
Creo que desde este evangelio surge un llamado profundo a los que han sido fieles hasta hoy de responder de manera clara y coherente como lo haría el mismo Jesús con una actitud de comprensión de la sociedad en la que estamos y con la actitud de acogida de todas las situaciones humanas, sin condenar ni discriminar; sino reconociendo el amor profundo por las personas con nombre y apellido, como nos relata el llamado a los apóstoles. Una actitud misionera en un mundo hostil al evangelio es lo que se requiere, una actitud de servicio permanente para que todos puedan experimentar la cercanía del Reino de los Cielos. Tenemos a favor que el setenta por ciento de los chilenos creen en Dios, lo que debemos revelar es el rostro que tiene Dios. Porque seguramente de esa forma muchos desearán seguir a Jesucristo, ya que en él se revela el Padre.
Hacemos oración en estos días en que se está en proceso de definir una nueva constitución, que lleve en su interior como propuesta el amor de Jesús a todos.
Décimo primer domingo del año, 18 de junio.