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11 Dic2023

“Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Vicario Episcopal Talca Ciudad y Pastoral Social
Capellán Universidad Santo Tomás Talca

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: <<Mira, Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos>>, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: <<Detrás de mi vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo>> (Marcos 1, 1-8).

En domingos anteriores hemos reflexionado acerca de los procesos que conlleva la vida. Hay procesos de crecimiento, de maduración, de crisis, de recuperación, etc.; en cada uno de ellos nos vemos acompañados de personas que nos orientan y muchos incluso quieren dominar para hacer pesar sus ideas. En la antigüedad era muy común (e incluso hoy) que solicitan dirección espiritual. Pero el tiempo que vivimos y la constatación de lo que significa el camino de crecimiento en la fe amerita, más bien, un “acompañamiento espiritual”, porque es algo que se realiza de modo personal y existencialmente “solo”. Nadie puede decidir por ti, ni hacer tu camino.

Cuando leemos este texto de tanta gente que se acerca a Juan el Bautista, y también en la actualidad, cuando sabemos que nuestro país es uno de los más laicos de América Latina, me sorprende que tanta gente pida el bautismo para sus hijos. (Debería alegrarme, dirán ustedes). Me alegra que una persona solicite ser admitido en la fe y comparta lo mismo que yo he descubierto en el encuentro con Jesucristo; esto se puede decir de los padres que han sido tan amados por el Señor que quieren comunicárselo de manera inmediata a su hijo o hija y se comprometen a educarlos en la fe para que amen a Dios y al Prójimo como nos cuenta el Evangelio.

Lo que me cuestiona y me preocupa es que tanta gente vaya en la fila a pedir ese regalo a Juan el Bautista y hoy a cada iglesia o capilla, cuando lo único que hay detrás es una tradición que no logra traspasar la vida, no tiene repercusión en la historia del mundo y menos se vive un testimonio de ser parte de una comunidad que comparte con el mundo la salvación.

Con Juan el Bautista, van por el miedo que les suscita el anuncio de un juicio en el cual el amo ya tiene en su mano la echona (herramienta para cortar maleza). Incluso en este tiempo mucha gente bautiza porque tienen miedo al “mal de ojo” o cualquier situación misteriosa.
Para Juan el Bautista y para Jesús, el bautismo que buscan recibir y entregar es aquel que llega porque hemos descubierto algo que vale la pena vivir y que para iniciar esa aventura se sella con un rito de corte con la vida anterior y entrada a esa experiencia amorosa de compartir la vida entera y total con el Señor de la vida. El Reino de Dios implica decisiones personales serias y profundas, no simple voluntad; sino que una decisión personal y libre de ser algo nuevo, una conversión real y valiente.

Le pedimos a Jesús y a su Madre Santísima que nos permitan durante estos días pensar en nuestro bautismo. Descubrir cómo lo estamos viviendo y cómo podemos enriquecer nuestro compromiso entrando a una nueva etapa de conversión.

Segundo domingo de Adviento, 10 de diciembre.

Diseño, Edición y Producción: Departamento de Comunicación Social.
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