P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles
Jesús dijo: <<Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenece las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y Yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mi mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla; este es el mandato que recibí de mi Padre>> (Juan 10, 11-18).
Este domingo se conoce como el día del Buen Pastor, y se dedica para hacer oración por los sacerdotes y por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Les invito a que lo puedan hacer ya que una comunidad siempre requiere alguien que les muestre el camino hacia donde está Cristo, y que su vida mire hacia Dios y hacia los hombres para ser un verdadero mediador de ese amor inmenso que se comunica recíprocamente. El padre Pagola nos ilumina hoy con una hermosa reflexión que nos permite comprender la relación que debe darse en la comunidad y con el Señor:
“Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo Él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.
Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien.
Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Sólo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.
En estos momentos no fáciles para la fe, necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de actuación para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa hacia el futuro.
Sin embargo, no es esto lo que está sucediendo. Se hacen algunas llamadas convencionales a vivir en comunión, pero no estamos dando pasos para crear un clima de escucha mutua y diálogo. Al contrario, crecen las descalificaciones y disensiones entre obispos y teólogos; entre teólogos de diferentes tendencias; entre movimientos y comunidades de diverso signo; entre grupos y «blogs» de todo género…
Pero, tal vez, lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En muchos lugares los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A muchos obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus problemas.
Sólo creyentes, llenos del Espíritu del Buen Pastor, pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos”. (https://docs.google.com/document/d/186U6-37XHaeFpluuxR8ElS0xSjyXHcwekakFAaGjSc0/edit)
En tiempos de pandemia, hemos conocido muchos ejemplos de buenos pastores, sacerdotes que se han desvivido por acompañar de todas las formas posibles a sus hermanos en la fe, que están a su cuidado pastoral, arriesgando la vida visitando las UCI; llevando a Cristo por las calles para que quienes no pueden comulgar tengan cerca el sacramento de la eucaristía y la celebración desde muchas plataformas para entregar el mensaje de Jesús y de esa manera sostener la fe de tantos. Les agradecemos y rezamos por cada uno de ellos que nos dieron los sacramentos, nos enseñaron la fe, nos dan testimonio del Señor en todos los ambientes.
Domingo 25 de abril, Cuarto domingo de Pascua.