P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles
Jesús decía a sus discípulos: <<El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha>>. También decía: <<¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra>>. Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo (Marcos 4, 26-34).
Hoy, nuestro país está viviendo una jornada histórica ya que por primera vez se eligen Gobernadores Regionales. Me parece que es una oportunidad importante para que como ciudadanos participemos y podamos dar nuestro parecer a través del voto. Son tantos los que aparecen opinando y en su discurso pareciera que quieren apagar el fuego con bencina, es decir, en vez de arreglar la situación la dejan peor y eso con la excusa de que hay que ser sinceros, que la transparencia, etc. Razones que me parecen válidas, pero no logran responder a situaciones de tipo vivencial, en la cual las personas apelan a la experiencia que han vivido y que no quieren repetir y otros pensando en lo nuevo y en lo que hay que aventurar, podríamos decir, en chileno, que quien no se arriesga no cruza el puente. Estamos invitados al diálogo, aceptando la posición del otro, siendo tolerantes y a partir de ahí, de un encuentro, descubrir los pasos que debemos dar para crear nuestro mundo futuro, nuestro país en una situación nueva.
El Padre Pagola, nos enseña una reflexión que pasa por encima de todas las diferentes posturas ideológicas y únicamente mira lo que Jesús nos habría dicho en una jornada de decisiones como la que hoy enfrentamos:
“A Jesús le preocupaba mucho que sus seguidores terminaran un día desalentados al ver que sus esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no obtenían el éxito esperado. ¿Olvidarían el reino de Dios? ¿Mantendrían su confianza en el Padre? Lo más importante es que no olviden nunca cómo han de trabajar.
Con ejemplos tomados de la experiencia de los campesinos de Galilea anima a sus discípulos a trabajar siempre con realismo, con paciencia y con una confianza grande. No es posible abrir caminos al Reino de Dios de cualquier manera. Se tienen que fijar en cómo trabaja él.
Lo primero que han de saber es que su tarea es sembrar, no cosechar. No vivirán pendientes de los resultados. No les han de preocupar la eficacia ni el éxito inmediato. Su atención se centrará en sembrar bien el Evangelio. Los colaboradores de Jesús han de ser sembradores. Nada más.
Después de siglos de expansión religiosa y gran poder social, los cristianos hemos de recuperar en la Iglesia el gesto humilde del sembrador. Olvidar la lógica del cosechador, que sale siempre a recoger frutos, y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor.
Los comienzos de toda siembra siempre son humildes. Más todavía si se trata de sembrar el Proyecto de Dios en el ser humano. La fuerza del Evangelio no es nunca algo espectacular o clamoroso. Según Jesús, es como sembrar algo tan pequeño e insignificante como "un grano de mostaza" que germina secretamente en el corazón de las personas.
Por eso, el Evangelio solo se puede sembrar con fe. Es lo que Jesús quiere hacerles ver con sus pequeñas parábolas. El Proyecto de Dios de hacer un mundo más humano lleva dentro una fuerza salvadora y transformadora que ya no depende del sembrador. Cuando la Buena Noticia de ese Dios penetra en una persona o en un grupo humano, allí comienza a crecer algo que a nosotros nos desborda.
En la Iglesia no sabemos cómo actuar en esta situación nueva e inédita, en medio de una sociedad cada vez más indiferente y nihilista (que nada tiene sentido). Nadie tiene la receta. Nadie sabe exactamente lo que hay que hacer. Lo que necesitamos es buscar caminos nuevos con la humildad y la confianza de Jesús.
Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días. Entonces aprenderemos a sembrar con humildad el Evangelio como inicio de una fe renovada, no transmitida por nuestros esfuerzos pastorales, sino engendrada por él”. Que la reflexión del Padre Pagola nos ayude a caminar con esperanza.
Y que como cristianos demos pasos de compromiso verdadero con la construcción de nuestro país, aquí comenzamos a hacer presente el Reino de Dios.
Domingo 13 de junio, Décimo primer domingo del año.