P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles
Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros>>. Pero Jesús les dijo: <<No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga>> (Marcos 9, 38-43. 45. 47-48).
En el año 1778 se realizó en Santiago la primera peregrinación por las calles de la ciudad y en honor de nuestra Madre la Virgen María, luego en 1971 los Obispos de Chile decidieron incorporar en las fiestas de Celebración de nuestra Patria esta Solemnidad Externa a Nuestra Señora del Carmen. Es un día de oración por la Patria. Recordando nuestra historia, los forjadores de la Independencia, en el siglo diecinueve hicieron votos, es decir, pidieron confiados la protección a María del Carmen para que fuera la luz que los conduce al final del camino, hacia la victoria definitiva. Ellos juraron construir un santuario en el mismo lugar donde el triunfo se consiguiera. Le pedimos a ella que nos acompañe siempre, que nos permita construir una nación de hermanos donde cada uno tenga pan, respeto y alegría. Que podamos, entendiendo los nuevos tiempos mantener la fe, la esperanza y la caridad.
El evangelio nos permite reconocer la inmensa corriente de bien que existe en el mundo. A veces no las valoramos porque no han salido de nuestro pensamiento o de nuestro grupo, pero Jesús es muy abierto a la hora de reconocer que si no están contra nosotros están con nosotros. Es la apertura a la diversidad de ministerios y carismas de la cual son responsables los encargados de cada comunidad.
Siempre existen los celos pastorales que dividen las comunidades, y en algunos casos terminan expulsando buenos servidores; en el evangelio nos vemos llamados a superar esa actitud.
Casi siempre vemos que un gobierno encuentra todo mal lo del anterior. Un trabajador siempre cree que todo comienza cuando él llega, un sacerdote cambia todo el personal o servidores de consejos, etc.
Para Jesús, en cambio, se puede ser un aporte desde la diversidad de lo que somos: una sociedad se forma con el aporte de todos los que han nacido en ese país, y hoy día, con el aporte de los migrantes que han llegado a enriquecer nuestra cultura. No son una amenaza ni una invasión, sino que son la permanente transformación de las sociedades a través de los siglos.
Hoy será escándalo no ser una persona inclusiva, no reconocer a cada cual sus derechos, y otras situaciones que atentan contra la propuesta de extender el bien. Hoy es un escándalo el creerse dueño de la verdad, el tratar de imponerla a todos y eso en la historia ha significado violencia a partir de los fundamentalismos. El evangelio de Jesús, en cambio, siempre será una propuesta constructiva porque se basa en el encuentro de los hombres con un Dios que ama, y la respuesta será la permanente actitud de escucha y acogida de todas las realidades, purificando aquello que dañe la dignidad de las personas y les quite el ser hijos amados de Dios.
Domingo 26 de septiembre, Vigésimo sexto domingo del año.