P. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó Ciudad-Rural y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó
Cuando Jesús y los suyos se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: <<Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”, respondan: “El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida”>>. Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: <<¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?>>. Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: <<¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!>> (Marcos 11, 1-9).
Comenzamos con este domingo la semana central de nuestra fe cristiana. Es una semana de contemplación. Ya todo ha sido hecho por Jesús. Ahora solo vemos la reacción de diversos personajes que se ven reflejados en la realidad que nos toca enfrentar hoy y en todos los tiempos de la historia.
La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta ese Mesianismo distinto, que toma la forma de un servidor y no de un gobernante poderoso. Está en la línea del Servidor de Yahveh que nos relata el Profeta Isaías en el cual, haciéndose un cronista de los acontecimientos, muchos siglos antes, describe a quien lleva sobre sí los pecados de muchos. Es el que paga por todos.
Me parece que hoy es muy importante mirar a Jesús porque estamos en situaciones cruciales para nuestra vida. En estos días de oración y reflexión es cuando podemos descubrir nuestras propias luchas que se expresan en diversas iniciativas que nos llevan a entregar la propia vida en servicio a los demás.
Los amigos de Jesús creemos que es posible construir el Reino de Dios y que eso significa el desafío de convertirnos y de comenzar a vivir de manera más justa, aprendiendo a valorar a las personas, sabiendo ser compasivos con aquellos que se equivocan, y solidarios con los que siempre han padecido.
La entrada de Jesús a Jerusalén despierta la conciencia de que no estamos solos y que viene en nuestra ayuda el mismo Dios. Pero nos compromete, nos asocia a su tarea, nos ayuda a creer que podemos salir adelante y que la realidad será distinta.
Para muchos la semana santa se queda en el recuerdo de una efeméride y no tiene más que el cumplimiento de tradiciones religiosas que no tocan el corazón. En cambio, para los que han hecho el camino del desierto junto al Señor es la certeza de lo nuevo, porque incluye el trabajo que cada uno puede realizar.
Les invito a que podamos contemplar durante estos días de Semana Santa cada una de las acciones de Jesús y caminemos junto a él, para que de ese modo la cruz propia y la de tantos no sea tan pesada. La tristeza compartida es menos tristeza y la alegría compartida es doble alegría.
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, 24 de marzo 2024.