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09 Ago2025

Felices los servidores que velan esperando a su Señor

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José - La Merced de Curicó
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

Jesús dijo a sus discípulos: <<No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. (Lucas 12, 32-48).

Durante estos días estaremos celebrando nuestro 15 de agosto de manera muy distinta a los años anteriores ya que de manera extraordinaria se ha trasladado la fecha hasta el mes de octubre, cuando recordemos festivamente los 100 años de creación de nuestra Iglesia Diocesana. En las grandes celebraciones parece que fuéramos más que un pequeño rebaño. Somos muchos los que en el mundo y en nuestra Diócesis de Talca seguimos a Jesús como nuestro Buen Pastor. La comunidad de hombres y mujeres creyentes tienen siempre presente lo que una persona anónima de los primeros siglos decía de los cristianos: viven en comunidades dentro de nuestras propias ciudades, asumen la cultura de ese lugar y hablan el lenguaje del país en que viven, se visten como todos y comen la comida del sitio donde les correspondió habitar; son obedientes a las autoridades que los gobiernan sabiendo bien que su autoridad definitiva es Dios; los cristianos son en el mundo como el alma en el cuerpo-, así más o menos dice la Carta a Diogneto.

La iglesia misionera desde que recibió el encargo de aprender a vivir en un tiempo nuevo, un tiempo en el que las personas no llegan a la iglesia de manera masiva, un tiempo en el que muchas veces la palabra de los pastores no identifica a los fieles; en cuantas ocasiones, el rebaño, desconoce y no obedece la voz de su pastor. A partir del Sínodo, que es una reunión de toda la iglesia durante varios años, se descubre que el camino es vivir la comunión y la participación, adherirse a la misión y renovarse permanentemente en el espíritu. Esa orientación le da fuerza a una comunidad como la nuestra y en estos tiempos nuevos del tercer milenio la anima a superar diversas situaciones de pecado como son el clericalismo, el abuso sexual y de poder, la falta de compromiso con las reales necesidades de las personas.

Hoy podemos decir con mayor verdad que somos un pequeño rebaño, e incluso podemos decir que siempre lo hemos sido. Mucha gente ha estado en la iglesia por tradición o superstición, pero no por verdadera fe. Ese es un aspecto positivo: se puede reducir en número, pero mejorar en calidad de fe.

Se siente el llamado a estar atento y a esperar al Señor Jesús. Muchos hombres y mujeres, jóvenes y niños nos dan testimonio de misión. Se han internado en situaciones muy dolorosas como son la cárcel y todo su drama interno; en hogares de ancianos y hospitales para acompañar la soledad de los adultos mayores y las poblaciones marginales donde la droga y la delincuencia han borrado la dignidad de las personas.

Son estos los que esperan atentos, a que su Señor llegue pronto. Lo hacen trabajando arduamente y su pago no es monetario, es únicamente estar dentro del corazón de Jesús, su Maestro y Señor a quien día a día esperan.

Décimo noveno domingo del año, 10 de agosto 2025.

01 Ago2025

Almacenar en el cielo

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced de Curicó
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Uno de la multitud dijo al Señor: <<Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia>>. Jesús le respondió: <<Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?>>. Después les dijo: <<Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas>>. Les dijo entonces una parábola: <<Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿qué voy a hacer? No tengo donde guardar mi cosecha”. Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?”. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios>>. (Lucas 12, 13-21)

“Cada vez sabemos más de la situación social y económica que Jesús conoció en la Galilea de los años treinta. Mientras en las ciudades de Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grandes.

En un pequeño relato, conservado por Lucas, Jesús revela qué piensa de aquella situación tan contraria al proyecto querido por Dios, de un mundo más humano para todos. No narra esta parábola para denunciar los abusos y atropellos que cometen los terratenientes, sino para desenmascarar la insensatez en que viven instalados.

Un rico terrateniente se ve sorprendido por una gran cosecha. No sabe cómo gestionar tanta abundancia. “¿Qué haré?”. Su monólogo nos descubre la lógica insensata de los poderosos que solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados.

El rico de la parábola planifica su vida y toma decisiones. Destruirá los viejos graneros y construirá otros más grandes. Almacenará allí toda su cosecha. Puede acumular bienes para muchos años. En adelante, solo vivirá para disfrutar: “túmbate, come, bebe y date buena vida”. De forma inesperada, Dios interrumpe sus proyectos: “Imbécil, esta misma noche, te van a exigir tu vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?”.

Este hombre reduce su existencia a disfrutar de la abundancia de sus bienes. En el centro de su vida está solo él y su bienestar. Dios está ausente. Los jornaleros que trabajan sus tierras no existen. Las familias de las aldeas que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez.

En estos momentos, prácticamente en todo el mundo está aumentando de manera alarmante la desigualdad. Este es el hecho más sombrío e inhumano: “los ricos, sobre todo los más ricos, se van haciendo mucho más ricos, mientras los pobres, sobre todo los más pobres, se van haciendo mucho más pobres” (Zygmunt Bauman).

Este hecho no es algo normal. Es, sencillamente, la última consecuencia de la insensatez más grave que estamos cometiendo los humanos: sustituir la cooperación amistosa, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad por la competición, la rivalidad y el acaparamiento de bienes en manos de los más poderosos del Planeta.

Desde la Iglesia de Jesús, presente en toda la Tierra, se debería escuchar el clamor de sus seguidores contra tanta insensatez, y la reacción contra el modelo que guía hoy la historia humana”. (P. José Pagola)

Décimo octavo domingo del año, 3 de agosto 2025.

25 Jul2025

“Venga tu Reino”

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Jesús agregó: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: <<Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle>>, y desde adentro él responde: <<No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a dártelos>>. Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!” (Lucas 11, 1-3).

Todos los cristianos hacemos oración, o rezamos: es lo mismo. Algunos hacen distinción entre ambos conceptos: rezar tendría que ver más con la recitación de algunas fórmulas heredadas de los santos o de la tradición que nos invitan a tener una expresión comunitaria de oración ya que siempre será el mejor momento de encuentro con Dios. La vida comunitaria hace siempre bien porque nos animamos con la cercanía de los hermanos y hermanas que se unen en la intención común y además se comprometen a la hora de ir haciendo vida la palabra de Dios que hemos reflexionado y rezado juntos.

Hacer oración en el sentido de reflexión personal es una práctica muy buena para todos los hombres y mujeres del mundo. Algunos lo harán desde la palabra de Dios que nos inspira y nos mueve a leer los signos de los tiempos para que luego podamos responder de manera coherente a esas insinuaciones del Espíritu que recibimos de la Palabra Revelada. Una buena oración tiene como gran meta alcanzar el Reino de Dios. Por lo tanto, debe ser capaz de leer los acontecimientos de la vida diaria para saber qué aspecto debemos enfatizar para corregir o afianzar y para luego disponernos a la obra que se da en lo cotidiano.

La oración no es para alejarse del mundo en el cual estamos, su objetivo es poder mirar mejor desde la distancia y de ese modo darnos cuenta de la presencia divina o bien para lo que nos falta crecer a la hora de hacer realidad la vida de Dios en la tierra.

Muchas situaciones ocurren todos los días. Con la velocidad de los medios de comunicación social hay veces en los cuales ya no alcanzamos a digerir todo lo que sucede porque al otro día ya ha cambiado la realidad y siempre estamos como empezando las cosas.

Es muy importante el poder mirar más allá de los horizontes humanos para que entonces la palabra y la acción tengan un sentido profundo y una acción verdaderamente efectiva. Sin la oración o sin la reflexión podemos caer en puras soluciones “parche” y en ir solamente respondiendo a lo contingente, reaccionando a los golpes que se reciben, pero no somos promotores de la vida del mundo, de los hombres y mujeres del mundo. Una buena oración conduce la historia hacia su plenificación, hacia la perfecta amistad y unidad con Dios y los hombres entre sí.

Décimo séptimo domingo del año, 27 de julio 2025.

18 Jul2025

Elegir la mejor parte

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Matriz
Vicario Episcopal Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás Curicó

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y agitas por muchas cosas, y, sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada” (Lucas 10, 38-42).

Después de un arduo trabajo misionero, Jesús llega a la casa de una familia amiga. Es el hogar de Lázaro y sus hermanas Marta y María. Es Betania, reconocido hoy como aquellos espacios de descanso y de recreación, de reflexión tranquila para quienes dedican grandes tiempos de tarea en bien de los demás, las empresas le llaman autocuidado o pausas activas cuando son momentos breves.

Jesús se encuentra en un espacio de confianza, de amistad, de compartir sin apuro la vida de cada día de esos amigos. Seguramente también para responder las preguntas que ellos le hacen y sin el apuro de tener que salir o de estar cumpliendo una tarea.

Pero se encuentra con dos expresiones de acogida: una que se desvive por atender bien a la visita y se pone a cocinar, a limpiar, a tener todo en orden para que se sienta a gusto quien ha llegado a verlos. La otra tiene únicamente ojos y oídos para el recién llegado. Le escucha atentamente y además le preguntará cosas de lo que hace. Lo que ha oído a otros que Jesús realiza en sus misiones por el país. Seguramente será una gran admiradora de su obra y de su persona.

Creo que ambas reflejan lo que somos todos. Es muy necesario el escuchar a Jesús profundamente, entender de sus labios lo que le mueve en la vida. Saber de su Padre y de lo que realiza en cuanto a la construcción del Reino. Si no nos sentamos a escuchar a Jesús puede ocurrir que luego nuestro actuar sea errado. Y tratamos de interpretar lo que Dios quiere según la comprensión personal y no con la verdadera intención que contiene su acción.

Y luego, es importante que aquello que hemos aprendido, lo intelectual, lo sepamos llevar a la práctica con responsabilidad y con un cabal conocimiento de la sociedad en la cual vivimos, con un conocimiento de la cultura y de los signos que son importantes en ese ambiente.

Marta realiza una hermosa labor de mantención de la casa, pero es un pésimo signo de acogida a la persona de Jesús. María no se preocupa tanto de lo material, pero mantiene el cariño de Jesús por ese hogar que lo recibe primero con su corazón.

Nuestro error, muchas veces, es que nos dedicamos a pensar en tareas que realizar. Pero no somos una ONG, nuestro aporte al mundo es signo de la amistad profunda de Dios por los hombres, es acción pero que tiene un sentido profundo.

Cuando vamos a misionar a cualquier comunidad rural o urbana, la gente se acuerda siempre de que el misionero pasó a tomar té a la casa, estuvo con nosotros. No se acuerdan tanto de la capilla que hicieron o la plaza que limpiaron o las cosas que enseñaron, sino que siempre prima sobre todo “el testimonio”. Sepamos elegir la mejor parte.

Décimo sexto domingo del año, 20 de julio 2025.

11 Jul2025

El buen samaritano, un hombre libre

p luis alarP. Luis Alarcón Escárate
Párroco San José-La Merced
Vicario Episcopal de Curicó y Pastoral Social
Capellán CFT-IP Santo Tomás de Curicó

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente -le dijo Jesús-; obra así y alcanzarás la vida”. (Lucas 10, 25-37)

Hoy nos encontramos con un texto muy provocador para la vida de fe. Es muy lógico que las leyes existan y nos marquen algunos comportamientos pensando en el bien de la comunidad en general. Pero hay situaciones en las que el criterio debe llevarnos a descubrir el sentido profundo de esa ley y que cumplir de manera ciega no es servicio ni ejercicio de libertad, sino que nos hace hombres y mujeres fundamentalistas. Como son los que se atan a leyes y son incapaces de ponerse al nivel de los hombres y mujeres más sencillos del mundo, donde lo que prima son los más sinceros deseos de bienestar, de servicio y de hacer sentir bien a los otros más que aprender reglamentos y preceptos.

Las redes sociales son un mundo de amigos, miles de amigos; que envían fotos, poemas, saludos, se comparten situaciones de la vida diaria. Pero la realidad es que no muchos son tus amigos verdaderos. No son de los que se detienen a conversar algo en la calle o en la plaza, a lo más podemos decir: parece que a esa persona la tengo en Facebook. De alguna manera llegó a mi lista de amigos. Parecen prójimo, pero no son mi prójimo.

Frente a alguna situación de diferencia, la burla, la ofensa, el hacer primar de manera prepotente mi opinión es lo que vale. Al final sigue siendo cada uno solo con su vida y sus cosas.

El buen samaritano no sabe de redes sociales, solamente tiene ojos para lo real, “lo que se toca”, como somos todas las personas, especialmente los chilenos que “tenemos la vista en las manos”. El buen samaritano no pertenece a una línea política ni religiosa determinada por lo tanto no se sabe las reglas del juego que dicen “no se debe tocar a un enfermo moribundo ya que se corre el peligro de quedar contaminado y así no puedes ir a cumplir tu servicio religioso”. De ahí que el maestro de la ley y el escriba crucen al frente, ellos hacen lo que manda el reglamento.

El samaritano no es judío, no se sabe la ley. Lo guían sentimientos puramente humanos. Esa actitud libre es la que Jesús nos invita a tener. La adhesión a su persona no puede ser un obstáculo para el encuentro en la situación que sea. Hoy es un herido en el camino, y mañana será un adulto mayor o un compañero de curso o de trabajo. La vida en Jesús siempre será comunión, encuentro con otros.

El gran conflicto de Jesús fue siempre el comprender a su Padre y su vida como un ser que ama y que invita a permanecer junto a él expresando su alegría y adhesión de una manera que no es entendida por los judíos y que es considerada una falta de respeto. Y que posee la cualidad de ser comprensivo y no apegado a esquemas preconcebidos. Cuando los hombres creen comprender y dominar a Dios; él sale con una palabra y gesto totalmente fuera de lo que se creía. Nos sorprende con gestos de amor y acogida.

Dios se alegra con los que hacen el bien, porque han encontrado el sentido verdadero de la ley y no buscan responder todos los días de manera perfecta para caerle bien como si fuera mérito propio. Jesús nos muestra que nada de lo que hagamos podrá pagar toda la vida, la salud espiritual y corporal que ya ha conquistado en la cruz, los fariseos han logrado desfigurar a Dios. Jesús en cambio restaura su rostro, lo hace más cercano, empático, amigo, Dios con nosotros.

Décimo quinto domingo del año, 13 de julio 2025

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